Cala Blanca Dos

Cala Blanca Dos
Este es nuestro pequeño velero, un Arcoa Sheriff de 20 pies de nombre Cala Blanca Dos. Esta primera experiencia bloguera la dedicaremos a contar las sensaciones que el contacto con el mar y con la navegación a vela nos ha producido a algunos que siempre se habían considerado de "tierra adentro"

viernes, 11 de abril de 2014

El Inicio

Las cosas ocurren sin razones aparentes. Nunca había pensado en tener un barco, mucho menos un velero. Pero un día decidimos comprarnos un apartamento y reconozco que no soportaba los largos días en la playa. Nadaba, buceaba, pero me faltaba algo. Un día, por puro aburrimiento, me decidí a leer sobre naútica, poco a poco la temática me comenzó a "enganchar", hasta que decidí prepararme para obtener el PER (patrón de embasrcación de recreo). Fui a la Manga del Mar Menor a hacer las prácticas de navegación y allí cuando desplegamos velas en un velero y apagamos motar sentí una sensación que jamás había sentido. Era como la libertada total, el contacto más íntimo con la naturaleza, desdse ese momento supe que tenía que comprarme un velero y esperaba que Mª José, mi mujer, pudiera experimentar la misma sensación.
A partir de este momento, pasé horas y horas navegando, esta vez por la red, buscando un velero que se acomodara a nuestro exíguo presupuesto. Buscábamos algo pequeño para iniciarnos, pero que nos diera la posibilidad de hacer rutas costeras. Un velero entre 20 a 24 pies (6 a 8 metros) y preferiblemente con orza fija, con lo que perdíamos acceso a la playa pero ganábamos en estabilidad.
Al final tras ver muchos por internet, en mayo del 2012 nos fuimos para la zona de Murcia donde habíamos contactado con algunos propietarios para valorarlos in situ. El segundo que vimos fue un arcoa sherif, un velero de 6 metros construido por Soma. Estaba fondeado en Santiago de la Ribera. El propietario no estaba y llegó Salva, un muchacho marinero con un remo al hombro que nos acercó hasta el Cala Blanca Dos. Era bonito, viejo, muy viejo, pero bonito. Sensación de robusto y amplio (mangudo) para su eslora, tenía un precio que podíamos pagar, y yo nada más verlo pensé en todas las mejoras que le podía ir haciendo poco a poco en esas tantas horas libres que tenía cuando estaba en la playa. No lo dudamos y nos quedamos con él.
Teníamos que llevarlo hasta Garrucha (más de 100 millas) y estaba claro que iría navegando, el presupuesto no daba para un trasporte por carretera. Además, ¿un velero no es para navegar?. Para esta primera experiencia de navegación nos acompañó Salva a Mª José y a mí. Intentábamos hacer el trayecto en un solo día pero el viento no acompañó, además la primera subida del puente en La Manga no era hasta las 10 horas por lo que la salida fue muy tarde, así que nos quedamos en Águilas. Fue una travesía preciosa, nuestra primera travesía, sólos en la mar, sintiendo el viento que nos llevaba, acompañados por delfines en las inmediaciones de Cabo Tiñoso.... una experiencia para vivirla y sentirla.

 Salva llevando el timón
Pasamos la noche en Águilas, devolvimos a Salva en coche a su casa y al día siguiente acompañados de nuestra hija Saray navegamos hasta Garrucha. Como el trayecto era corto echamos el día parando por las calas de Villaricos, bañándonos y disfrutando de nuestro nuevo juguete, hasta que por la tarde llegamos a nuestro puerto base: Garrucha.

Nuestra hija Saray en el puerto de Águilas


Bañándonos en una cala de Villaricos

No hay comentarios:

Publicar un comentario