A partir de este momento, pasé horas y horas navegando, esta vez por la red, buscando un velero que se acomodara a nuestro exíguo presupuesto. Buscábamos algo pequeño para iniciarnos, pero que nos diera la posibilidad de hacer rutas costeras. Un velero entre 20 a 24 pies (6 a 8 metros) y preferiblemente con orza fija, con lo que perdíamos acceso a la playa pero ganábamos en estabilidad.
Al final tras ver muchos por internet, en mayo del 2012 nos fuimos para la zona de Murcia donde habíamos contactado con algunos propietarios para valorarlos in situ. El segundo que vimos fue un arcoa sherif, un velero de 6 metros construido por Soma. Estaba fondeado en Santiago de la Ribera. El propietario no estaba y llegó Salva, un muchacho marinero con un remo al hombro que nos acercó hasta el Cala Blanca Dos. Era bonito, viejo, muy viejo, pero bonito. Sensación de robusto y amplio (mangudo) para su eslora, tenía un precio que podíamos pagar, y yo nada más verlo pensé en todas las mejoras que le podía ir haciendo poco a poco en esas tantas horas libres que tenía cuando estaba en la playa. No lo dudamos y nos quedamos con él.
Teníamos que llevarlo hasta Garrucha (más de 100 millas) y estaba claro que iría navegando, el presupuesto no daba para un trasporte por carretera. Además, ¿un velero no es para navegar?. Para esta primera experiencia de navegación nos acompañó Salva a Mª José y a mí. Intentábamos hacer el trayecto en un solo día pero el viento no acompañó, además la primera subida del puente en La Manga no era hasta las 10 horas por lo que la salida fue muy tarde, así que nos quedamos en Águilas. Fue una travesía preciosa, nuestra primera travesía, sólos en la mar, sintiendo el viento que nos llevaba, acompañados por delfines en las inmediaciones de Cabo Tiñoso.... una experiencia para vivirla y sentirla.
Salva llevando el timón
Nuestra hija Saray en el puerto de Águilas
Bañándonos en una cala de Villaricos
No hay comentarios:
Publicar un comentario